En un trágico giro de los acontecimientos, Sixto Ferney Rojas Montalvo, un hombre originario de Bogotá, fue hallado muerto en circunstancias misteriosas en la ciudad de Cúcuta. La víctima, que había llegado recientemente a la capital nortesantandereana, se encontraba en proceso de rehabilitación para superar su adicción a los estupefacientes, acompañado de tres personas, dos de las cuales estarían presuntamente implicadas en su asesinato. Uno de los sospechosos sería un supuesto pastor cristiano que había viajado con ellos.
Según fuentes cercanas al caso, Rojas Montalvo, el pastor y sus compañeros llegaron a Cúcuta con la intención de establecer una fundación en el barrio Carora para ayudar a personas que, como ellos, luchaban contra el consumo de sustancias psicoactivas. Su misión era orientar a habitantes de calle y consumidores de drogas para que dejaran esa vida y comenzaran un camino hacia la rehabilitación. Sin embargo, poco tiempo después de su llegada, la situación comenzó a desmoronarse.
«La víctima llegó con el pastor y dos personas más que ya tenían un proceso de rehabilitación. Se establecieron en una vivienda con la intención de formar una fundación, pero a los pocos días, la dinámica cambió. Las horas que se dedicaban a organizar la casa y leer escrituras sagradas para evitar pensar en las adicciones se transformaron en fiestas interminables con alcohol y drogas», relató una fuente confiable que pidió permanecer en el anonimato.
La situación, que parecía tener un propósito positivo, pronto se desvió hacia un caos de sustancias y conductas destructivas. Ante este panorama, y tras el asesinato de Rojas Montalvo, los presuntos responsables decidieron deshacerse del cuerpo para evitar ser identificados por las autoridades.
Las primeras investigaciones apuntan a que, en un intento por encubrir el crimen, los sospechosos intentaron quemar el cadáver. Según la información obtenida, el pastor habría enviado a uno de los implicados, identificado como Tumis, a comprar un arma cortopunzante para mutilar el cuerpo y luego proceder a quemarlo. No obstante, los planes para eliminar la evidencia no fueron tan exitosos como esperaban.
«El cuerpo no fue completamente incinerado. Los restos que encontraron las autoridades fueron lo que faltó por quemar», comentó la fuente. Además, se reveló que uno de los sospechosos, conocido como Samario, quien estaba encargado de destruir los restos, terminó gravemente herido. Presentaba quemaduras de segundo y tercer grado en su rostro, pecho y brazos, lo que sugiere que, en su intento por borrar las huellas del crimen, él mismo se quemó accidentalmente.
Las autoridades de Cúcuta continúan con la investigación del caso, recolectando pruebas y testimonios que vincularían a los tres implicados con el asesinato de Sixto Ferney Rojas. A pesar de los esfuerzos de los responsables por ocultar la evidencia, las autoridades aseguran que las pruebas en su contra son contundentes, y no dejarán impune este asesinato.
Este trágico suceso refleja, una vez más, las complejas realidades de la lucha contra las adicciones, y las devastadoras consecuencias de caer en manos de individuos que, en lugar de ayudar, se convierten en perpetradores de crímenes.

