Mientras miles de colombianos enfrentan dificultades para llegar a fin de mes, los nombres que suenan para llegar a la Casa de Nariño parecen jugar en otra liga. Un estudio publicado por Pulzo y CW+ reveló los patrimonios de varios precandidatos a la Presidencia de Colombia, mostrando una realidad que deja mucho para pensar sobre quiénes aspiran a representar al “pueblo”.
A la cabeza de la lista aparece el abogado Abelardo de la Espriella, con una fortuna estimada en 40.000 millones de pesos. Su movimiento, Defensores de la Patria, se presenta como una opción ciudadana, pero su poder económico proviene de negocios en la gastronomía, el sector textil y las bebidas, lo que lo convierte en uno de los empresarios más ricos del panorama político.
En el Centro Democrático, las senadoras María Fernanda Cabal y Paloma Valencia también figuran con patrimonios que superan los 2.800 millones de pesos. Cabal, además de su carrera política, tiene participación en Student Travel Center y lazos familiares con más de 30 empresas. Valencia, por su parte, registra 2.996 millones de pesos y percibe ingresos mensuales cercanos a los 985 millones, la mayoría provenientes de su trabajo en el Congreso.
Del otro lado del espectro político, los números tampoco son menores. El exalcalde Daniel Quintero reporta 909 millones de pesos en patrimonio, respaldado por su empresa tecnológica Intrasoft. El exsenador Roy Barreras, con una larga trayectoria en la política y la medicina, declara 7.607 millones, y la exalcaldesa Claudia López suma 828 millones entre ahorros y rentas por su trabajo académico y público.
Más allá de las cifras, el informe pone sobre la mesa una pregunta inevitable: ¿quién puede realmente hablar en nombre de los colombianos de a pie cuando sus bolsillos están tan lejos de la realidad de la mayoría?
En un país donde la desigualdad sigue siendo uno de los mayores problemas estructurales, conocer el patrimonio de los aspirantes no es un simple dato curioso, sino una ventana para entender los intereses, privilegios y distancias de quienes dicen querer gobernar.

