A menos de un año de las elecciones presidenciales de 2026, el presidente Gustavo Petro lanzó un mensaje contundente que ha encendido el debate político: “Desconfío de la transparencia de las elecciones del 2026”. La afirmación, publicada en su cuenta de X (antes Twitter), no solo pone en entredicho el proceso electoral que él mismo protagonizó y ganó en 2022, sino que además deja abierta la puerta a un cuestionamiento anticipado de los resultados, incluso antes de que comience la campaña formal.
La desconfianza del mandatario gira en torno a la empresa Thomas Greg & Sons, que hace parte de la Unión Temporal Integración Logística Electoral 2026, a la que la Registraduría estaría próxima a adjudicar un contrato por 2,1 billones de pesos. Esta unión será la encargada de entregar los kits electorales, que incluyen desde los tarjetones hasta los esferos usados por jurados y votantes.
Lo paradójico es que esta empresa ha participado en la logística de los últimos procesos electorales en los que el propio Petro fue candidato: las elecciones a la Alcaldía de Bogotá en 2011, las presidenciales de 2018 y las de 2022. En esta última, con la misma empresa en operación, resultó electo presidente de la República. ¿Por qué entonces ahora sí se pone en duda la transparencia?
El presidente ha intentado desacreditar a Thomas Greg & Sons desde hace meses, incluso en el tema de pasaportes, donde ordenó frenar un proceso licitatorio en el que dicha empresa era favorita. Esa decisión le costó el puesto al entonces canciller Álvaro Leyva, y provocó tensiones con su sucesora, Laura Sarabia. Petro insiste en que hay un “bloqueo” a las investigaciones sobre libre competencia, lo que motivó su reciente crítica a la Procuraduría por supuestamente archivar una investigación que involucraría a la empresa.
Pero más allá del debate jurídico, la preocupación real es política. El jefe de Estado está sembrando dudas sobre un proceso que ni siquiera ha comenzado, y lo hace mientras su gobierno sigue en el ojo del huracán por múltiples frentes. ¿Se trata de una advertencia legítima o de una jugada estratégica para deslegitimar anticipadamente los resultados que no le sean favorables a su sector político?
Mientras tanto, la Registraduría sigue adelante con los preparativos para un proceso electoral que se anuncia complejo y tenso. Las críticas del presidente, aunque formuladas desde su investidura, pueden minar la confianza ciudadana en una institución clave para la democracia. Porque si el propio presidente desconfía de las elecciones, ¿qué pueden pensar los ciudadanos?
En democracia, la transparencia no solo se exige, también se construye con responsabilidad. Y en este caso, la línea entre la prevención y el alarmismo parece cada vez más difusa.

