Un nuevo y cruel episodio de violencia sacudió este miércoles al municipio de Valdivia, en el norte de Antioquia, donde un ataque atribuido al Ejército de Liberación Nacional (ELN) dejó un saldo de un militar muerto y dos más heridos. El atentado, calificado por las autoridades como una «acción terrorista cobarde», se perpetró con un burro cargado de explosivos, utilizado como trampa mortal contra una patrulla del Ejército.
La víctima fatal fue el subteniente Jhonatan Monsalve Moreno, mientras que dos soldados profesionales resultaron heridos y debieron ser trasladados por vía aérea a Medellín para recibir atención médica especializada. Según el reporte del Comando de la Décima Primera Brigada, los uniformados adelantaban labores de registro y control cuando se activó el artefacto explosivo oculto en el animal.
De acuerdo con el Ejército, detrás del ataque estaría la Compañía Héroes de Tarazá del ELN, bajo las órdenes de un cabecilla identificado con el alias de ‘Matías’, de quien no se entregaron mayores detalles.
El alcalde de Valdivia, Carlos Molina, rechazó enfáticamente el uso de animales como instrumentos de guerra: “Es inaceptable que se utilicen seres vivos para causar daño a nuestras tropas, quienes están en la tarea de proteger a la población civil”. Molina también alertó sobre la crítica situación de orden público que persiste en las zonas rurales del municipio, tradicionalmente marcadas por la presencia de grupos armados ilegales.
Uno de los soldados heridos se encuentra en estado grave, confirmó el mandatario local, quien hizo un llamado urgente al Gobierno Nacional para reforzar la presencia institucional en la zona y avanzar en acciones contundentes frente al accionar del ELN.
Más allá del impacto humano, este atentado ha vuelto a poner sobre la mesa el debate ético y estratégico del uso de animales en el conflicto armado. En regiones como el norte antioqueño, donde los burros y mulas son fundamentales para la vida rural, su utilización como “bombas vivientes” representa una doble tragedia: la de los humanos afectados y la del maltrato animal sistemático.
“Estamos ante una práctica degradante que vulnera no solo los derechos humanos, sino también los derechos de los animales. No puede ser normalizada ni olvidada”, sentenció el alcalde Molina.
Este nuevo ataque, que se suma a otros hechos violentos ocurridos en el último año contra la Fuerza Pública en Antioquia, eleva la tensión en una zona donde la guerra sigue cobrando vidas y dejando heridas profundas en las comunidades.

