Una escena que jamás debió ocurrir tuvo lugar en el aeropuerto más importante del país. En plena sala de espera del Aeropuerto Internacional El Dorado, un hombre golpeó a una mujer por una silla. Sí, por una silla. Y aunque parezca absurdo, el episodio deja al descubierto una preocupante mezcla de intolerancia, violencia de género y negligencia institucional.
La víctima, Claudia Patricia Segura, abogada contratista del Distrito, fue atacada luego de que el agresor, identificado como Héctor Favio Santacruz Marulanda, la amenazara con levantarla a la fuerza si no se movía. Pasó de las palabras a los hechos: le arrebató el celular y la golpeó en el rostro ante la mirada impávida de decenas de pasajeros.
Lo que vino después fue aún más indignante. Según la denuncia de la defensa de Segura, la víctima fue trasladada en el mismo vehículo que su agresor, revictimizándola y vulnerando los protocolos básicos que deben garantizar la protección en casos de violencia de género. ¿Cómo es posible que en pleno 2025 todavía ocurran estos errores?
El hecho generó tal repudio que incluso la esposa del agresor publicó un video rechazando la conducta de su pareja y anunciando que deberá enfrentar las consecuencias legales. Pero el daño ya está hecho.
Este caso no solo debe ser investigado judicialmente, sino también socialmente. Porque no se trata solo de un ataque aislado, sino de una alerta urgente: la intolerancia está desbordada y los sistemas de protección siguen fallando. ¿Cuántas agresiones más se necesitan para que las autoridades actúen con la seriedad que exige cada víctima?

